Vuelve la naja marina a la Albufera
Hacía 40 años que no se veían tantas najas marinas
en la Albufera. Los trabajadores de la zona están sorprendidos de la gran
cantidad de flora subacuática que hay este año. Se trata de una planta
característica de lagunas mediterráneas y ocultas por la contaminación de
nutrientes. "Estos nutrientes lo que hacen es alimentar a las algas
microscópicas: las que dan el color verde", explica Pablo Vera, del
servicio de conservación acuática de la Albufera.
En los 70, tal como explica La Sexta Noticias, dos
tercios de la albufera estaban cubiertas por praderas como éstas. Desde los
años 90 se trabaja para seguir recuperándolas. Gracias a la reducción de
vertidos y al mayor aporte de agua procedente del Júcar del acuerdo con la
Confederación hidrográfica, las najas marinas proliferan de nuevo. Sergi
Campillo, vicealcalde de Valencia, señala que este verano "estaban
entrando 14,5 hectómetros cúbicos en invierno y ahora con el nuevo acuerdo entrarán
este año 34,5 hectómetros cúbicos".
Así, se han recuperado de media entre un 2 y 3% de
la superficie, señala Joan Miquel Benavent, director general de Conservación de
l'Albufera. De esta manera, se ha mejorado mucho el control de clorofila. Aún
así, sigue faltando agua, advierten los expertos. "El tema de los caudales
ecológicos es fundamental, no solo la calidad sino también la cantidad de
agua", asegura Paco Sanz, de Ecologistas en acción.
La existencia de las najas marinas es beneficiosa
tanto para el entorno de la Albufera, como para la economía. Esta flor
subacuática ayuda a depurar el agua y a mantener el equilibrio ecológico, pues
frenan el oleaje y la erosión. "Suponen el hábitat de muchas
especies", señala Vera. Y hacen de termostato: en invierno mantiene las
aguas menos frías y en verano impide que se calienten tanto, añade Benavent.
Este buen estado de la temperatura del agua es vital
para el medioambiente pero, también para la economía de la zona basada en el
turismo o la pesca. "Si no tenemos buena calidad del agua, los peces se
marchan: si no hay peces, no hay comida", señala un pescador de la zona,
Rubén Castilla.
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